domingo, 24 de agosto de 2008

...Y sigo estando loca


Hace mucho tiempo se presentaron ante mí un duende, un fantasma, un hada y un monstruo.


Muchas veces en la edad de la inocencia creí ver a mi alrededor más de lo que otros veían, alejé de mí a muchos niños, gracias a mis cuentos, nadie jugó conmigo excepto yo y mis extraños amigos imaginarios.


En ese entonces provocaba en mi madre una mirada a veces de miedo y a veces de lástima. Cuantas veces no llegue llorando a su regazo por algún juguete travieso que me había asustado.


Hace mucho tiempo se presentaron ante mí un duende, un fantasma, un hada y un monstruo.

El primero me prometió una vida de riquezas, el segundo una vida llena de placeres, la tercera una vida llena de amor y el último una vida de esperanza y sufrimiento.


Al entrar en la adolescencia cambié a mis entrañables amigos por otro tipo de diversiones que jamás lograron hacer que olvidara mis años de la infancia. Con gran pesar descubrí que no puedo arrepentirme de lo que haga, no puedo simplemente borrar mis acciones, puedo, a lo mejor, aprender de ellas pero siempre quedarán las consecuencias. Mis amigos no regresaron.


Poco a poco se han cumplido mis cuatro dones y se siguen cumpliendo. He sido rica: en cariño, en amigos, en alma y en espíritu y sigo enriqueciendo. He disfrutado el placer de ver, de sentir, de comer, de beber, de reír, de vivir. He tenido una vida llena de amor y eso me hace muy feliz y tengo la esperanza de todo ello.


Y... ¿el sufrimiento?


Es cuando me despierto y veo que, en realidad, el duende fue mi mejor amiga, el fantasma fue mi miedo, el hada fueron mis lágrimas y el monstruo fui yo, reflejada en mi propio espejo.
Creo que ese maldito reloj afecta mi cabeza... o es el incesante tic tac o es el golpeteo del agua o es la ansiedad, ya no se

1 comentario:

Damián Vercetti dijo...

—“Alguna gente no enloquece nunca. Qué vida verdaderamente horrible deben tener”.